Vengo pensando que el ser humano es una
unidad, una unidad de masa, idea y suceso quizá, cuerpo, mente y ser. Bajo
estos principios entro a pensarme, sentirme y ser en relación a una idea, una
noción, una necesidad y un lenguaje. Me parece importante resaltar que veo en
el hacer performatico tres aspectos en los trabajo constantemente alrededor de
la idea y el cuerpo, la visual, lo accional y lo social; así la visual como la
imagen contenida desde la composición, el color, la luz, el objeto y el
vestuario; lo accional como el cuerpo,
el espacio, el lenguaje, el sonido y el time de la performance y
finalmente lo social como lo digerible, comunicable, necesario y lo funcional del arte o de la performance o
del título que se le ponga para la sociedad, (posiblemente lejos del arte
consolidable, institucional, formal, definido, dividido, etc) Activismo, el
arte como herramienta y no como fin, la obra como proceso y no como objeto de
lujo.
El cuerpo no solo hay que usarlo! Hay
que escucharlo, hay que estudiarlo, hay que cuidarlo, ejercitarlo; hay que
consentirlo, leerlo… escribirlo… hablarlo… pensarlo, meditarlo... vivirlo.
La frontera es el borde de sí mismos y
el borde del otro, el estar aquí y allá pero a su vez el intermedio de la comunicación,
del lenguaje, de la raza, de la diferencia y la posibilidad de reconocerse y de
encontrarse; de la identidad. El desplazamiento es la naturaleza corporal del
ser, la respiración es un aire que recorre las venas, que camina, que corre,
que se agita y se detiene, el aire se esconde, se manifiesta, se regula y se
escapa.
Respirar, sentir, escuchar, pestañear y
reaccionar es la naturaleza del recorrido corporal. Acercarse al otro, entrar,
salir, conversar y necesitar es el accionar del recorrido del hombre en la
sociedad. La frontera es la marca de lo sensible y lo insensible, una
espontaneidad del ser y un pensamiento humano arrodillado ante la política de
un sistema social, capital, cultural.
La tierra es el común a la convivencia
humana y es el factor de la destrucción humana, la fragmentación establecida
entre el no dialogo social se dedica a dividir y apropiar, la frontera es el
eco de la división, el borde mal entendido, el limite bloqueado y la libertad
coartada. Pero la tierra es tierra y el agua, agua. Es tierra en este o en el
otro lado del mundo y es agua viva que condiciona al ser humano aquí y allá de
la misma medida y hacia los mismos términos corporales; el agua que congela e
irrita, que estremece la piel y la tierra que ensucia, que brota y cosecha es la
misma en inglés, en español, en alemán y en wayuu. Tocar la frontera es romper
con el cuerpo, romper con la legalidad, romper con la tradición, romper con la
oscuridad y caminar entre ella.
Entrar y salir del cuerpo como
instrumento, usar el vehículo corporal y luego usar el vehículo sensible,
acomodarse, asombrarse, impactarse y huir. Caminar por el borde entre el cuerpo
y la mente, elevarse y mantener la suspensión, la vista superior sobre sí mismo
y en el reflejo de la línea entre los tejidos de confianza en el árbol de
venas. La frontera de reflejarse en el cuerpo y a su vez en el árbol, de volar
con los pies sobre la tierra y caer sobre el agua fría del rio.
La frontera como lo sensorial, y parte de lo mental, lo inducido, aprendido,
entrenado. Ir al cuerpo es alejarse de lo establecido, es la resistencia de
encontrar lo definido en sí mismo o
definirlo, mutarlo, crearlo y recrearlo, no en lo impuesto. Sí!! En lo propio,
en lo voluntario, en lo sentido.
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