Biografía y C.V. (Abstract)

Se hace camino (2009), Hemisferico Colombia, Colectivo de Creación Okan

Desde mi experiencia en esta acción, Se hace camino es un pacto corporal y simbólico, con la ciudad, con el territorio, pero más allá con este mundo y todos sus habitantes; es un acto por el cual quise expresar mi insatisfacción ante el trato, por las relaciones entre las personas y las causas de las divisiones sociales; una reconciliación con mi inconsciencia, con mi individualidad, con mi egoísmo.. con mis debilidades ante los demás ser humano!


Se hace camino

Para comprobar la existencia de un vasto imaginario expresado a través de rituales nos situamos en el espacio urbano, tomando como marco referencial a Bogotá, evidenciando la carga simbólica y mística que da cuenta de dicha relación y que se sumerge en lo cotidiano.

Hemos encontrado en nuestro recorrido prácticas rituales tan tradicionales y tan fundidas al costumbrismo que posiblemente no sean consideradas como tal, entre las que están: los ritos dados en el cementerio, los distintos espacios que funcionan como consultorios espirituales y que se promueven a través de miles de volantes que inundan la ciudad, los espectáculos callejeros, entre otros. Estos son algunos de tantos ejemplos que demuestran el importante componente mágico de nuestra cultura ciudadana, dan cuenta de una mirada atravesada por lo mítico, denotando una fusión entre elementos reales e imaginarios que conforman una única dimensión irreal-real, donde lo ficticio deja de serlo pues se convierte en un pensamiento comunitario no cuestionable.

El imaginario de una comunidad da cuenta de su psicología colectiva a la vez que la construye. Está conformado por creencias que se sumergen en la imaginación para trascenderla enraizándose en la tradición como verdades no cuestionables, accionándose, en ocasiones, como prácticas rituales compartidas por el grupo. Los imaginarios encontrados en Bogotá denotan un pensamiento colectivo seducido por lo mágico, fundamentado en un sincretismo condimentado por ingredientes católicos, indígenas, afros y otros. A continuación describimos algunos de los actos rituales cotidianos encontrados.

Caminando por la vía del transmilenio, hacia la avenida séptima, se tropieza el transeúnte con un grupo de personas que en su ubicación delimitan un círculo, en el centro un personaje que parece salido de un libro de García Márquez, habla sin hacer pausa, los ojos cerrados como poseído, las ideas fluyen de su boca como si estuviera en trance, no importa cuánto tiempo demore su disertación introductoria, los presentes permanecen pacientes.

En el primer tiempo de discurso el personaje enumera diversos casos de hechicería, ofrece una clase de embrujos a sus aprendices-oyentes, anuncia que su magia consistirá en dominar a un peligroso animal que guarda en el bolso. A medida que habla acompaña su discurso con rituales que garantizan las condiciones necesarias para su hechizo, ubica determinados elementos alrededor del centro, un cofre y una muñeca con un cigarro en la boca que remite a las prácticas vudú. Delimita el círculo con agua, y a medida que habla lo va cerrando. Los espectadores pasan a ser participantes del ritual y aceptan cada petición, toman en sus manos los elementos que se les ofrece, un metal en una, una piedra en la otra, según la explicación esto es esencial para equilibrar las energías durante el hechizo.

Nadie está apurado, la atracción hacia lo místico es muy fuerte, los participantes se quedarán todo el tiempo que dure aquel extraño acto. Cierran los ojos si es necesario, apoyan con su pensamiento, no lo cuestionan, no se preguntan si es una farsa, ni siquiera piensan en la posibilidad de un robo, posibilidad que en su diario vivir es una constante obsesión, en este momento la obsesión se anula aún sin conocer al que se arrima cuerpo a cuerpo.


Encontramos aquí una herencia ancestral típica del territorio colombiano, proveniente del mundo indígena y su tradición de ubicarse circularmente para escuchar historias, compartir la palabra viva y hacer parte de ritos. Se hace presente el círculo como elemento esencial que determina nuestros actos rituales, ya sean religiosos o familiares, educativos, laborales o simbólicos.

El lunes es un día dedicado a las almas y esta devoción se visibiliza en los cementerios. No es una tradición establecida por institución alguna, nadie sabe dar cuenta de su origen y para muchos desde siempre ha sido así.

Las velas tienen una particularidad, vienen amarradas en grupos. La cantidad, en muchos casos, se asocia con el tiempo que lleva fallecido el difunto, o la cantidad de familiares que se tenga en ese cementerio. Adicional a las velas se celebran misas precedidas por personas que no hacen parte de la iglesia y que se conocen como curas falsos. Sin embargo esto a la gente no le interesa, muchas personas saben cuál es la condición de ellos, pero los sacerdotes eclesiales no celebran misas en cada tumba y estos sí. A la entrada uno encuentra la hilera de escritorios con sus secretarios tomando nota de las intenciones, apartando turnos y fechas y cancelando por anticipado.

El paisaje más impactante se encuentra bajo el suelo, en la gruta que tiene por piso un mar de cera derretida, y en cuyas paredes se evidencian marcas lineales, semejantes a los dibujos primitivos y las firmas de los congos. Al cerrarse el cementerio la gente continúa llegando, se ubican en la entrada, contemplando a través de las rejas las tumbas que yacen en su interior, las velas se dejan en el piso o se amarran de las rejas.

Analizando los fundamentos de todo acto y espacio ritual, tanto en ejemplos cotidianos como en expresiones culturales o de métodos creativos, encuentro que uno de los conceptos que debe ser cuestionado es el de “representación”, que se lleva más bien a “desdoblamiento”, “devenir”. Devenir que solo es posible si antes muere la realidad tal como la conocemos en su estadio físico.
Adrián Gómez, Director Okan


Esta acción se presento en Hemisferic, Agosto 2009

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